Llama a la puerta.
Fuera y de verdad, el invierno.
Sus noches largas y las mañanas frías.
Siempre a su manera, de golpe.
Por qué no columpiarnos sobre las penas
y elegir dónde dirigimos nuestras fuerzas?
Pensar si queremos impulsar nuestros sueños,
rozando con los pies las nubes
o
mantenernos inmóviles y seguros siempre al ras del suelo?
Decidirnos.
Yo de momento acabo de sacar del fondo del armario un gorro de lana.
Y he abierto esa puerta blindada
(nunca me gustaron los espacios cerrados)
Salgo con paso firme y entonces, sentada sobre mis ilusiones,
cojo impulso.
Estoy tan contenta de poder volar... !
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